Resulta al menos curioso que, en la novela europea contemporánea, uno de los escritores vivos más interesantes sea Kazuo Ishiguro y su novela Nunca me abandones, publicada en 2005, una de las obras más inquietantes.
Sí, es cierto que Ishiguro, nacido en Japón, se nacionalizó británico a los 27 años, cuando llevaba más de 20 viviendo en Inglaterra; también es cierto que escribe en inglés y que está considerado como uno de los escritores más importantes de las letras inglesas actuales.
Sí, todo esto es cierto, pero si lo dejamos a un lado y leemos con detenida atención su obra, podemos percibir nítidamente sus raíces japonesas y encontraremos todos los rasgos que tienen en común los escritores japoneses, que hacen que su literatura sea única y distintiva.
¿Qué tiene en común Ishiguro con otros escritores japoneses?
En la literatura japonesa contemporánea, aunque está más abierta ya a las influencias occidentales, seguimos encontrando detalles, rasgos singulares que la caracterizan y la hacen inconfundible:
La introspección en sus personajes, la forma de escudriñar en sus pensamientos, sus emociones, sus sentimientos. Es algo que encontramos en todos los escritores japoneses contemporáneos: Mishima, Kawabata, Murakami… y, también en Kazuo Ishiguro.
El intimismo, la introspección, la voz narrativa que se adentra en los sentimientos más íntimos de sus personajes. Una voz que te habla de esa intimidad como si tú fueras el único lector del mundo y te ruboriza y te avergüenza por obligarte a entrar en lugares donde nunca deberías entrar. Hay escritores occidentales intimistas, claro, pero estos son más descarnados, estos abren en canal el corazón o la mente o dondequiera que estén los sentimientos y los muestran como en un escaparate.
Los escritores japoneses son más sutiles, entran poco a poco, desmenuzan cada emoción en minúsculas partículas y la va mostrando como ese vendedor que saca uno a uno del almacén secreto el brocado de damasco y lo va desenrollando lentamente, dejando que la maravilla del dibujo se revele ante tus asombrados ojos. Aunque no por eso deja de ser indiscreto, es cómo un pájaro atisbando detrás de una ventana.
La descripción minuciosa, la parada en detalles que a los occidentales nos suelen pasar desapercibidos. El color pálido de una flor que se abre al sol de la mañana, el rumor de las olas en la playa lejana, la canción del viento, la luna que se refleja en la charca, la silueta borrosa de las lejanas colinas nevadas, el brillo de una pequeña hoja lavada por la lluvia…
Encontramos también en la literatura japonesa un particular interés por las señales físicas que emiten los personajes, la interpretación de los movimientos y de los gestos, la búsqueda del significado del más mínimo gesto, de una breve sonrisa, de una mirada…
La estructura de las novelas japonesas, un tanto extraña respecto a las europeas también es algo que se da con frecuencia en las novelas de Ishiguro.
Algunos datos sobre Kazuo Ishiguro
Nació en Japón en 1954, en Nagasaki. Sí, la misma ciudad que fue destruida por la bomba atómica llamada Fat Man un nefasto jueves nueve de agosto de 1945, tres días después de la de Hiroshima y nueve años antes de que naciera nuestro escritor.
La ciudad de Nagashaki juega un papel protagonista en la novela Pálida luz de las colinas, su primera novela, que publicó en 1982.
De todas formas, apenas cumplidos los cinco años, su familia se trasladó a Londres donde fijaron su residencia; aunque el autor mantuvo la nacionalidad japonesa hasta 1982, que obtuvo la nacionalidad británica.
«Apenas hablo japones. Solo con mi madre y no muy bien»
https://elpais.com/diario/2010/07/03/babelia/1278115937_850215.html
Ishiguro escribe en inglés y se educó como un gentleman en los mejores colegios ingleses; pero, como ya hemos comentado, en su obra se percibe su raíz japonesa, aunque esté perfectamente integrado en la cultura británica.
El año 2017 le concedieron el premio nobel de literatura por sus novelas: «Kazuo Ishiguro, quien, en sus novelas de gran fuerza, ha descubierto el abismo bajo nuestra sensación ilusoria de conexión con el mundo» Estos fueron los motivos por los que se le concedió el premio nobel.
Sí, ya sé que son palabras bastante misteriosas, herméticas, si queréis, pero, la verdad es que, después de leer algunas de sus novelas se entienden un poco mejor
La voz de Kazuo Ishiguro: el distanciamiento narrativo
La voz de Ishiguro se percibe ya desde la primera página en cada una de sus novelas. Una voz que le caracteriza y le hace único por la falta de pasión, por la neutralidad y el distanciamiento con sus personajes.
Suele narrar en primera persona, utilizando un narrador testigo que es a la vez protagonista de la historia, pero lo hace con una voz alejada, fría, una voz que carece de emociones, sin afecto, ni lástima hacia los personajes. Una voz que cuenta lo que sucede, desgranando minuciosamente cada emoción, cada gesto, cada pensamiento, pero lo cuenta como un testigo neutral que observa, pero como si no fuera con él y que jamás expresa sus sentimientos ni interpreta lo que ve.
De esta forma, produce un efecto extraordinariamente dramático y conmovedor porque no describe los sentimientos, los muestra y consigue que la verdadera emoción la sienta el lector.
Casi todas sus novelas están narradas en tiempo presente, pero la historia regresa continuamente al pasado, removiendo los recuerdos en largos periodos que van y vienen entre el pasado y el presente creando en el lector un raro y deliciosos efecto que Umberto Eco ha denominado «efecto bruma» porque es como una niebla que rodea al lector, que no sabe dónde está, que navega perdido por la narración porque no sabe con exactitud de qué tiempo está hablando, pero que se siente sumergido en la historia, atrapado por los acontecimientos. Es un momento muy poético y sublime.
El efecto niebla es muy difícil de conseguir, pero cuando un escritor lo logra, producirá un impacto físico en el lector. Está dificultad nos ayuda a entender que despertar verdaderas emociones en el lector exige un extraordinario esfuerzo.
Dos novelas de Ishiguro que nos darán una visión de su obra
La obra de Ishiguro, después de cuarenta años publicando, es amplia y muy variada. Desde su primera novela Pálida luz de las colinas, publicada en 1982, hasta la última Klara y el sol de 2021, ha publicado seis novelas más y cuentos, letras de canciones, comics, guiones…
Si acudimos a Google para conocer opiniones, veremos que existe cierta variación sobre los tres mejores libros del autor. Pero encontramos dos que aparecen en todas las búsquedas: Lo que queda del día y Nunca me abandones.
Dos obras, que, en mi humilde opinión, sí pueden ser las mejores o, al menos, las que nos darán una visión más amplia de su obra. Estas dos novelas y todas las del autor han sido publicadas en España por Anagrama que, como es sabido, es una de las editoriales más exigentes con la calidad de los textos.
Los restos del día
Estamos en 1956, Stevens, mayordomo de Lord Darlington, tiene ocasión de disfrutar de unas vacaciones. Viaja por el sur de Inglaterra, conduciendo el coche señorial que le ha prestado el nuevo propietario de la mansión, se dirige a visitar a la señora Benn, antigua ama de llaves.
Durante los cuatro días que dura el viaje, Stevens va recordando escenas vividas en la casa con mis Kenton, ahora la señora Benn. Como en todas las novelas de Ishiguro es un ir y venir del pasado al presente, desgranando recuerdos que se analizan una y otra vez con la nostalgia del paso del tiempo, un tiempo que ya no volverá.
Alguien, en alguna reseña, calificó el relato como una historia «hilarante» y ese horrible adjetivo se ha repetido una y otra vez en muchas de las reseñas que se han escrito sobre la novela y la película. Por favor, si durante la lectura de una reseña os encontráis con lo de «hilarante», no sigáis leyendo porque el que lo escribe no se ha enterado de nada, probablemente ni siquiera ha visto la película y, con toda seguridad, no ha leído la novela.
Para mí, esta novela puede ser muchas cosas, pero no hilarante. Los restos del día es una reflexión sobre la vida, la vida que pasa, las oportunidades pérdidas… Es una crítica mordaz a la comodidad, la pereza mental que nos lleva a pensar cómo piensan otros, que creemos superiores, sin pararnos a cuestionar su valor. Y la cobardía de aceptar el mal para no perder los privilegios que se gozan. Como hicieron algunos aristócratas ingleses, Lord Carrington en la novela, que compadrearon con la Alemania nazi.
También es una bella historia de amor, un amor reprimido. Un amor que Stevens, el fiel mayordomo, ignora por querer centrarse en su trabajo y ser el mejor. Stevens desatiende el amor que le ofrece mis Kenton, una mujer valiente, apasionada, decidida… Una mujer completa que le hubiera podido ayudar a vivir sin conformarse con esa vida blanda que lleva.
En esta novela, Ishiguro despliega su técnica, desmenuza los pensamientos, los pequeños gestos, las cosas que pasan…, pero no nos explica nada. Permite que seamos nosotros los que interpretemos y saquemos nuestras propias conclusiones.
Lo restos del día es una historia hermosa y cruel, un relato brillante y conmovedor.
Lo que queda del día, la película de Ivory
La novela se publicó en 1988 y cinco años después, en 1993, James Ivory dirigió la película sobre la novela de Ishiguro y le salió una obra maestra. Traducida al español como Lo que queda del día, protagonizada por Anthony Hopkins y Emma Thomson en una de las mejores actuaciones de ambos actores.
https://www.filmaffinity.com/es/film559049.html
La película recoge con bastante fidelidad el espíritu de la novela, una de las pocas que no desmerecen al texto. Confieso que la he visto decenas de veces porque la utilizaba para mejorar mi pronunciación en inglés. Recomiendo a todos los que estáis aprendiendo o refrescando el inglés que veáis está película en V.O. porque la dicción es perfecta. Mirad el tráiler oficial:
Escena de la película Lo que queda del día
La película, aunque no ganó ninguno, estuvo nominada para ocho premios Oscar. Ese año la película ganadora fue La lista de Schindler, el mejor actor Tom Hanks por Filadelfia, Spielberg fue el mejor director por La lista de Schindler y la mejor actriz Holly Hunter por El piano. Pero, lo que queda del día no deja de ser una maravilla, la ambientación, el vestuario, el reparto, la adaptación del guion, la cuidada puesta en escena…
Nunca me abandones
En la novela Nunca me abandones unos niños son clones de otras personas normales que hacen de modelos, se les educa y cuida con el fin de que, ya adultos entre los veinte y treinta años, se conviertan en donantes. Harán entre dos y tres donaciones antes de «completar», cuando su cuerpo no consigue superar la última donación y se terminan. Algunos de ellos sobreviven a la tercera donación. Después de la cuarta, aunque continúen vivos, son almacenados, sin tratamientos ni paliativos a los terribles dolores, hasta que «completan».
Pero los niños, compañeros del colegio de Kathy, son educados en ese colegio especial desde una visión artística con la intención, tal vez, de demostrar a la sociedad que son capaces de sentir, que tienen alma.
Desde la primera página, la voz de Kathy comienza a narrarnos la historia:
«Mi nombre es Kathy H. Tengo 31 años y llevo más de once siendo cuidadora. Suena a mucho tiempo, lo sé, pero lo cierto es que quieren que siga otros ocho meses, hasta finales de año»
Kathy sabe que cuando deje de ser cuidadora comenzarán sus donaciones hasta que «complete», pero cuenta su presente y su pasado y lo hace con una voz neutra, un poco lejana de las emociones, pero muy cercana al lector durante toda la historia que se desarrolla en Inglaterra, en una especie de sociedad paralela durante las décadas finales del siglo XX.
Como en todas las novelas de Ishiguro, la historia viaja del presente al pasado, envolviendo al lector en ese extraño efecto bruma que nos aturde y nos emociona. Una y otra vez, la voz de Kathy va removiendo los recuerdos, los años del colegio donde eran educados en un simulacro de normalidad, aunque no dejan de decirles que son especiales, que tienen una importante misión que cumplir, pero jamás les revelan que son el secreto, el terrible secreto de la salud de una sociedad.
Poco a poco, van descubriendo la verdad y quizás lo que más conmueve, es la aceptación, el estoicismo con el que asumen su terrible destino.
La novela no trata de la clonación, ni creo que sea una distopía, palabreja tan de moda y tan mal utilizada. Tampoco es una novela de ciencia ficción. Ishiguro lo llama «ficción alternativa». Habla de una cultura donde la clonación, la creación de seres artificiales para sacrificarlos cuando se necesiten sus órganos, es algo comúnmente aceptado. La sociedad sabe que esos seres tendrán una vida breve hasta que llegue el momento en que se vean obligados a sacrificarse.
Pero lo que la sociedad no sabe, o no quiere saber, es que estos seres sienten, se emocionan, son capaces de crear arte, de sentir lástima, celos, rabia… y amor.
Cada página, cada párrafo, cada frase de la novela están impregnados de una sutil melancolía en unos personajes que parecen gorriones que miran la vida posados en el alfeizar de una ventana. Es una vaga tristeza que conmueve por la elegante discreción con que se expresa.
Pero, lo que más conmueve de la novela es la distancia que pone la narradora con los hechos, la neutralidad en la voz, esa especie de indiferencia o resignación ante el terrible final que les espera.
Seguramente, este breve fragmento en el que Kathy nos cuenta la segunda clonación de Ruth, su amiga del colegio, ya próxima a «completar», nos ayude a entender mejor lo que quiero decir:
«Fue tres días después de su segunda donación, cuando, por fin, a altas horas de la madrugada, me dejaron entrar a verla. Estaba en una habitación individual y parecía que habían hecho todo lo que era posible hacer por ella. para mí era ya obvio, por la forma de actuar de los médicos, el coordinador, las enfermeras, que no tenían confianza alguna de que fuera a conseguirlo. La miré en aquella cama de hospital, bajo la luz mortecina, y reconocí la expresión de su cara (que tantas veces había visto en otros donantes). Era como si anhelara que sus ojos vieran hacia dentro, para poder patrullar y conciliar del mejor modo posible las distintas zonas de dolor de sus entrañas… En sentido estricto conservaba la conciencia, pero estaba en otra parte, y a mí, allí de pie, junto a su cama metálica, no me era posible llegar a ella. De todas formas, acercaba una silla y me sentaba y le cogía una mano entren las mías, y se la apretaba cada vez que una oleada de dolor la hacía retorcerse.»
El origen del título: Nunca me abandones (Never Let Me Go)
En el libro, Kathy se refiere con frecuencia al apego que siente por una canción Nunca me abandones, incluida en el álbum Songs after dark de Judy Bridgewater. Esta canción da el título a la novela. Sin embargo, aunque muchos de nosotros pensamos que existe, esta canción no existe. Para la adaptación cinematográfica de la novela se hizo una canción real cantada por Jane Monheit.
La película
El año 2010, cinco después de la edición de la novela, Mark Romanek dirigió la película que, aunque tuvo un éxito considerable, no alcanza la calidad de la novela. Es más comercial, busca lo sensiblero, arrancar la lágrima en el espectador y se centra en el amor que, aunque no deja de ser un tema importante de la novela, no es «el tema».
Es una película elegante, muy logrado ese ambiente british del colegio, con un buen reparto y discretas actuaciones, a veces un poco forzadas. Es una película trabajada, la película de un estilista, pero no, no es eso lo que busca la novela. La película carece del devastador final de la novela, carece de esa distancia narrativa que hace de la novela una obra maestra. Romanek no consigue expresar el valor literario del texto y se queda en lo superficial. La película es, tal vez, demasiado pretenciosa, busca y lo consigue la elegancia de las imágenes, pero no entra en los sentimientos de los personajes… Probablemente, este detalle marca la enorme distancia que la separa de la novela.
«Todo está en su lugar, pero le falta la chispa de la vida, el golpe de lo inesperado» M. Darghis (The New York Times)
No tiene el agujón de la novela, no profundiza, se queda en la superficie, le falta la pasión, le falta la expresión contenida de los sentimientos, la fuerza, el dolor y el sufrimiento que marcan la historia. Incluso el amor que ocupa el centro de la película está narrado muy torpemente, se muestra demasiado evidente sin la sutileza de la novela… me defraudó.
Como resumen final diré que una película basada en una historia tan poderosa, con un buen reparto de actores, una buena ambientación estética, no puede ser del todo mala. Si vais a ver la película, seguro que pasaréis cien minutos entretenidos, pero, por favor, no dejéis por ello de leer la novela.
¿Sabéis en que pensaba yo mientras leía la novela?
Cuando, a medida que avanzaba en la lectura de la novela, iba intuyendo de lo que trataba la historia (clonar criaturas humanas como almacén de órganos) no pude dejar de pensar en los animales, en los miles de millones de animales de granja condenados a una terrible existencia, a ser despensas vivas para, con unos pocos meses de vida, ser separados de sus madres y devorados. No pude dejar de pensar en los animales de trabajo, apaleados, explotados y sacrificados cuando ya no sirven. No pude dejar de pensar en todos los animales enjaulados en los zoológicos, en los inteligentes cetáceos recluidos en minúsculas piscinas, obligados a actuar para divertir a los niños humanos. No pude dejar de pensar en los perros atados a una pesada cadena desde que nacen hasta que mueren. No pude dejar de pensar en los animales confinados en los laboratorios y sometidos a crueles experimentos…
Nunca me abandones, la bella novela de Ishiguro, nos hace pensar en la capacidad que tiene la humanidad para mirar hacia otro lado.
2 comentarios en «Novela contemporánea europea: Kazuo Ishiguro «Nunca me abandones» y «Los restos del día»»
Magnifica descripción de la vida y obra del premio nobel Kazuo Ishiguro que realiza D.Jose Luis Jiméno, así como su conocimiento cinematográfico de las novelas llevadas a la pantalla. Es de resaltar asimismo su sensibilidad respecto al trato que reciben muchos animales sin que la sociedad reaccione ante ello.
Muchas gracias, José, por tu comentario.